"Comprense un marranito y ahorrense sus comentarios"
- Krishna Salano
- 29 ago
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 3 sept

Por más que les importen los modales a los mexicanos, muchas veces les hacen falta. Son unas de las personas más impertinentes que he conocido en mi vida. Como que les falta filtro cuando hablan con la gente. Claro que tampoco hay que generalizar porque hay gente que entiende que hay unas cosas que no se mencionan o preguntan. Lo siguiente es una lista de preguntas y comentarios que yo (y mucha gente) consideran impertinentes:
“Hay mjia/o como estas repuesta”
“Y el novio/a”
“Para cuando los nietos”
“Para cuando el anillo”
“Que flaca estas”
“Mira la niña/o tan gordita/o”
“¿Cómo que has estado mucho en el sol, no?”
“Que blanquita esta, muy bonita”
“Sabes que esto ayuda mucho con los granos de la cara”
“Que te paso en al cara”
La lista es eterna, pero tengo un consejo para la gente que tiene la enfermedad de la impertinencia: si no es algo que la persona pueda arreglar o cambiar en menos de cinco minutos, entonces ahorrense sus comentarios.
Yo entiendo que esta es una enfermedad muy compleja para muchos, pero como siempre nos han dicho, “Calladita/o se ve más bonita/o”.
La gente dice que mi generación es la generación delicada, pero no se ponen a pensar que no es que seamos más delicados, es que no nos aguantamos, así como la gente no se aguanta sus comentarios fuera de lugar. Esto no es un caso de honestidad sino de falta de modales y educación.
Mi hermana y yo crecimos siendo acosadas por las impertinencias de la gente mexicana en los Estados Unidos y México porque por los estándares de belleza mexicana somos unas obesas.
Diosito nos bendijo para estar bien dotadas. Somos caderonas, nalgonas, piernonas, pechugonas, y acinturadas; so obesas por muchos estándares. Nunca oíamos el fin de que estábamos gordas. Siempre había alguien que tenía que abrir su gran boca y decir algo. A mí me caía bien mal que le dijeran algo a mi hermana que siempre ha batallado más que yo para estar cómoda en su propia piel. Mi hermana inmediatamente se quedaba herida y sin poder decir nada por el duelo, pero yo eventualmente aprendí que también podía ser igual de impertinente que la persona que hacía el comentario.
Todo esto para decir gracias de parte de nuestras terapeutas que todavía no pueden deshacer años de comentarios gordofóbicos que nos han dado complejos insanos de nuestros cuerpos y han dañado nuestra relación con la comida.




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